20 años no es nada: estos son todos los asteroides cercanos a la Tierra





  El 11 de marzo de 1998 bien podría pasar a la historia como el día en el que vivimos en peligro. En esa fecha se anunciaba el descubrimiento de un asteroide que, según los cálculos iniciales, se estrellaría con nuestro planeta en 2028. Dos cosas importantes tenemos claras hoy día: aún faltan diez años para esa fatídica fecha, y, lo más importante por cierto, es que ese evento no se producirá por lo menos en los próximos doscientos años.

  En aquel momento la noticia trascendió el estrecho circulo de astrónomos y tuvo una obvia y desmedida difusión mediática. En definitiva y a pesar de lo dramático, a todo el mundo le gustaría anunciar el fin del mundo. El asteroide 1997 XF11 tenía lo necesario para ser la roca del juicio final: con un diámetro aproximado de medio kilómetro sus dimensiones y trayectoria orbital lo convertían en un objeto peligroso para nuestro planeta. Luego de analizar en detalle los elementos orbitales del 1997 XF11, se concluyó que para 2018 el asteroide pasará a una distancia equivalente a dos veces y media la distancia Tierra-Luna. Un millón de km de distancia, es en términos astronómicos una distancia insignificante, pero aún así, segura para nuestro planeta. 

 El impacto mediático de esta noticia determinó que la NASA estableciera un programa específico para el estudio de los asteroides próximos a la Tierra (en inglés NEOs: Near Earth Objects). El programa tenía como objetivo la detección y estudio de las caracerísticas básicas del 90 por cierto de los NEOs mayores a un kilómetro de diámetro. Los asteroides próximos a la Tierra son un conjunto de rocas que se encuentran dispersas en dos grandes zonas. Los más lejanos están ubicados en el Sistema Solar interno, a unos 195 millones de km del Sol, entre las órbitas de Marte y nuestro Planeta. Los objetos más cercanos están entre el sol y la órbita de la Tierra, a una distancia máxima de unos 50 millones de km.

 Así entonces, el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA inició el NEO Observation Program inició sus labores en el verano de 1998. En 2016 el programa se rebautiza como CNEOS (Center for Near-Earth Object Studies), de manera que en estos 20 años transcurridos se han podido determinar el 95% de los NEOs que se estima existen. En concreto se trata de unos 18.000 objetos del tipo asteroides o cometas que tienen un diámetro aproximado de entre 140 a 1.000 metros. 


Una rápida vista al formidable trabajo realizado por el CNEOS desde su creación. En rojo se destacan los asteroides mas grandes, de diámetros mayores a 1km, mientras que en naranja se detallan los objetos mayores a 140 metros. En azul se representa el total acumulado de estos 18.000 objetos descubiertos en los últimos 20 años.


 El aspecto clave para determinar el riesgo de impacto por un meteorito, reside en determinar si su órbita se cruzará en algún momento con la de nuestro Planeta, y a qué distancia se produciría el encuentro. El registro de estos objetos es anterior a la existencia del programa CNEOS, pero recibió un extraordinario impulso a partir de la creación del mismo. Se estima que la frecuencia de descubrimiento de estos objetos ha sido de unos 40 por semana desde el comienzo del mismo. El CNEOS dispone de un programa, denominado Sentry, que incluye información detallada y actualizada de los objetos detectados. A medida que se detectan objetos con una posible trayectoria de impacto, se generan tablas de riesgo. 

 A medida que se mejoran los datos obtenidos, es posible determinar con mayor precisión el comportamiento futuro de las órbitas. En la mayoría de los casos, a medida que aumentan los datos obtenidos se dan de baja de la tabla de riesgo a los objetos en cuestión. A pesar de que, por ejemplo, el reciente impacto del meteorito en Cheliábinsk (Rusia) tomó a todo el mundo por sorpresa, si se pudo prever con gran precisión el más reciente ingreso de un meteoro producido sobre el cielo de Botswana el pasado 3 de junio.

 Los objetivos iniciales del programa CNEOS fueron superados con creces, de manera que se han trazado nuevos desafíos destinados a detectar a los objetos menores a los 140 metros. El Congreso de los EUA dispuso recursos específicos para esta tarea que permitirá afinar las bases de datos existentes. Si bien los objetos menores a 140 metros no representan riesgos de carácter global, si lo tienen desde el punto de vista regional. De manera que determinar con precisión estas órbitas a futuro es un desafío realmente importante y sobretodo, posible desde el punto de vista técnico.

 Hoy sabemos mucho sobre la dinámica de estos objetos y de su importancia para nuestro Planeta. El permanente impacto de estos pequeños objetos ha sido clave en el surgimiento de la vida en la Tierra. Portadores de carbono, aminoácidos y otras moléculas orgánicas, el estudio de este proceso ha permitido entender el carácter sistémico de los procesos que dieron lugar a las condiciones de vida conocidas. Así entonces el entorno de nuestro Sistema Solar no solo es clave para los aspectos estrictamente biológicos del surgimiento de la vida en la Tierra, sino además para su relativa seguridad. Tenemos la certeza de que Júpiter juega un rol muy importante manteniendo a raya el riesgo de impacto con asteroides  y cometas grandes. El planeta más grande de nuestro Sistema Solar es de alguna forma un formidable y eficiente guardaespaldas. Entender cómo el Sistema Solar generó condiciones favorables para el surgimiento de la vida, es clave para el estudio de los exoplanetas conocidos y afinar la búsqueda de aquellos candidatos a poseer condiciones de habitabilidad.




 Vía: JPL.-















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