Reseña: 'Abundancia roja', Sueño y utopía en la URSS


 
Editorial: Turner
Páginas: 456
Idioma original: Inglés
 
 Me pasó algo extraordinario cuando le empecé a sentr el gustito a este libro. Lo compré pensando en que ya era hora de leer mas novela o ficción, y terminé, sin proponermelo, mas convencido que nunca de la necesidad de una economía planificada para desarrollar a pleno la sociedad futura. Me llevé varias y gratas sorpresas con este libro, que terminó reforzando en forma inesperada una serie de convicciones históricas que hacía tiempo no revisaba.

 Spufford escribe una novela de ficción histórica tan realista que parece una novela a secas, escrita en el período que describe. El autor se encarga de recordarnos, quizá en un exceso de modestia, que el libro es tan solo un cuento. Pero afortunadamente para el lector, Abundancia Roja es una formidable crónica de acontecimientos que formaron parte de la historia, y también de otras cosas que probablemente sucedieron de forma muy similar a lo escrito por Spufford.  Abundancia Roja se sitúa en la Unión Soviética de los años posteriores a la muerte de Stalin y trancurre durante el período de gobierno de Nikita Jruchov, destitución inluída. La Era Jruchov fue probablemente el período mas fermental y pujante que experimentó la URSS desde la propia Revolución de Octubre. Atrás habían quedado la destrucción de la Gran Guerra Patria y el stalinismo. El enorme proyecto socialista había pasado las peores pruebas posibles y ya era hora de pensar en la prosperidad, la abundancia y la gloria para su pueblo. Jruchov creyó firmemente en ello y Spufford es sin proponérselo el mejor cronista de esa época.
 Durante la Era Jruchov la Unión Soviética experimentó una expansión económica superior a cualquier país occidental, conquistó el espacio y lideró el desarrollo de tecnologías que prometían el maridaje perfecto con la economía planificada socialista. Por aquellos años la utopía parecía algo posible, Nikita estaba decidido a que los ciudadanos soviéticos fueran los más ricos del mundo. Y por un momento (histórico) así fue.

 El libro tiene un héroe, una causa y un lugar en la historia. Los protagonistas históricos (reales) se relacionan con total naturalidad con diversos y variopintos personajes ficticios, pero con un altísimo grado de realismo, socialista como debe ser. Al final del libro Spufford reconoce que este formidable ejercico literario es en definitiva un gran homenaje a Leónid Vitálevich Kantoróvich, nuestro héroe. Es precisamente con este personaje tan real como lametablemente poco conocido que comienzan las gratas sorpresas arriba mencionadas.   
 Honestamente desconocía que Kantoróvich es el único ciudadano soviético que recibió un Premio Nobel de Economía. Esto aconteció nada menos que en 1975, es decir hace ya tiempo y en plena Guerra Fría. Las formidables aportaciones en materia de economía matemática de Kantoróvich no estuvieron bajo el posterior influjo del efecto peretroika. Sin embargo la figura de Kantoróvich es, con suerte, solo conocida en un estrecho círculo de matemáticos, economistas e ingenieros. El trabajo de Kantoróvich obviamente fue invisibilizado, porque representa toda una vocación técnica al servicio de ese gran tabú conceptual que para la ortodoxia económica es la economía planificada: esa es nuestra causa. Y la novela de Spufford está aquí para recordarnoslo. El lugar es, en su enorme mayoría y vastedad, la Unión Soviética, por cierto. Todo transcurre en un número determinado de ciudades, entre la que se destaca en forma muy especial Akademgodorok, ese fabuloso sueño kruschoviano de construir una ciudad de (para y por) la ciencia en medio de la Siberia. Akademgodorok fue una ciudad donde los más jóvenes talentos de la ciencia soviética acudían a pensar nuevos problemas, en un marco institucional único. La ciudad rebosaba de universidades, centros de investigación y laboratorios de todas las disciplinas científicas de punta. Gozaba además de un particular estatus de ambiente crítico y creatvo. Era lo más parecido a un paraíso socialista en el que la razón y las capacidades creativas de sus habitantes no tenian límites.
 
 La reconstrucción de época que hace Spufford no es nada casual, está sólidamente acentada en una extensa y completa bilbiografía y en entrevistas in situ a parientes del mismo Kantorovich. Las seis partes en la que está dividida la obra se corresponden a las distintas fases de la era Jruchov, y están precedidas por un muy personal introducción para nada ficticia. Es en ese momento de la lectura en que uno parece estar ante un ensayo o crónica histórica extremadamente detallada y exhaustiva. Al leer estas introducciones podemos suponer perfectamente que estamos en los años en los que se desarrolla el relato: Spufford ya no es un novelista sino quizá un analista privilegiado, muy bien informado y extremadamente crítico de una realidad a la que en esos años no se podía acceder fácilmente.
 
 De manera que de la mano del contexto introductorio, una formidable bibliografía, y toma de contacto con actores de época, estamos ante una de las más geniales reconstrucciones de época jamás lograda en una novela histórica. Por si fuera poco todo este genial relato está en torno a una de las fases históricas más vibrantes de la Revolución de Octubre. La URSS, nación triunfante en la lucha contra el nacifascismo, había no solo parido una nueva sociedad, sino además los logros tecnológicos de toda una nueva era. Todo parecía posible en esos años, incluyendo la superación del sistema capitalista. La tensión de todos estos elementos, atados a la vida de Kantoróvich en el formidable trabajo de Spufford son entonces el merecido homenaje a este personaje soviético poco conocido y sin embargo de tanto impacto en todo el mundo.

 Lamentablemente no hay mucho material en español sobre Kantoróvich, pero ha sido grata mi sorpresa encontrar esta breve reseña biográfica escrita en tinta hace ya mucho tiempo por Ricardo Pascale, alguien lo suficientemente alejado de las ideas políticas de Kantoróvich como para realizar una más que justa valoración técnica de sus aportes a la economía. 

 Spufford parece ser un analista privilegiado y extremadamente observador de una realidad que hoy nos resulta lejana en el tiempo. Me gusta suponer que leí el libro en forma sincrónica a la época que relata. Haciendo ese ejercicio podemos suponer que la obra de Spufford es una formidable crónica viva y extremadamente bien documentada sobre el período histórico más fermental de la URSS. Debo destacar el gran talento de Spufford en contruir relatos en base a papers de genética, cuya lectura contribuyó significativamente a mi desición de dejar de fumar. En suma: un libro sano que a todo interesado en la política, la historia y la ciencia y en particular en el potencial transformador que estas disciplincas conllevan le va a resultar un libro absolutamente imprescindible para reflotar el necesario optimismo histórico que parir una sociedad nueva acarrea.


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